Vuelve Viejas Locas

Anoche me enteré de la vuelta de Viejas Locas. Ya sé que es tarde, pero recién anoche tuve tiempo para ponerme a hojear la Rolling Stone. Y terminó por hacer saltar una idea que me venía rondando la cabeza: el rock argentino está secuestrado por sus propios dinosaurios.

Volvió Soda Stereo, volvieron Los Fabulosos Cadillacs, en su momento volvió Calamaro, y ahora vuelve la formación original de la banda que lideró Pity, peleado con sus ex de Intoxicados.

Y no hizo falta buscar demasiado para encontrar opiniones que anduvieran por el barrio. Llegué a "El rock murió", que bajo el titular "Cartón lleno: vuelve Viejas Locas", expone exactamente lo que opino.

Si obviamos los muchos y grandes errores ortográficos, gramaticales y sintácticos de Agustina Luxardo, la redactora de la nota, nos quedamos con las ideas que buscó transmitir; estoy plenamente de acuerdo con ellas.

No se trata acá de pedir renovación, porque eso sería caer en la argumentación evolucionista que Agustina critica acertadamente. De lo que se trata es de comprobar -si se quiere- que el arte, como todos los aspectos de esta vida occidental nuestra, no es lineal, y mucho menos progresiva. Hay avances, retrocesos, pasos al costado y caminatas en círculo, sobre todo caminatas en círculo.

Y a pesar de nuestra postura antipositivista, y si le perdonamos alguna palabrita fuera de lugar, no está para nada mal el diagnóstico de Agustina respecto a la sociedad argentina: "Será que nuestra raza, nuestra geografía y nuestro contexto histórico nos condiciona de manera tal, que nos impide mirar hacia adelante y constantemente nos obliga a retroceder". El arte como síntoma de la vida de una sociedad. Nada más, pero tampoco nada menos.